-Basta ya-

-Correr es fácil es como dar pequeños saltitos en el aire. Llorar también es sencillo, pero no puedes usarlos para escapar de tus problemas. Las cosas sencillas no sirven para enfrentarse a las complicadas.
Y yo ya lo sabía por ello aquel día decidí escuchar a mi corazón como tantas veces había intentado pero había retrocedido y había puesto mis manos presionando mi pecho. Intentando así no poder oír ni tan siquiera los latidos de mi corazón. Tenía miedo de que al escucharlo los demonios de aquellos chicos bajaran desde mi cabeza para habitarlo por siempre, sin poder darme la oportunidad de salvarme, corrompiéndolo, como todo lo que ellos tocaban. Correr ya no servía, los podía oír a cada pinchazo en el interior de mis pulmones, que se resentían por el cansancio. Ya no tenía ganas de seguir luchando por más tiempo esto tenía que acabarse.

Martes. Instituto. La misma rutina de siempre. Los mismos chicos esperando para insultarme, pegarme y destrozarme la vida poco a poco. Risas, dedos señalándome...como me gustaría soltarles un:
"Cuando señales con el dedo no olvides que los otros tres apuntan hacia tí." 
Pero de nuevo me entran ganas de correr y noto que mis ojos no podrán contener las lágrimas por mucho más tiempo. Me encojo de hombros, bajo la cabeza e intento hacerme invisible. Pero no puedo más si no lo hago ahora me arrepentiré el resto de mi vida. Rápidamente me doy la vuelta y los miro a los ojos con una expresión de odio y pena. Me arden las mejillas. Las risas paran. Ahora son ellos los que bajan la cabeza.
Sé que no estoy sola.
"Basta ya" es lo único que puedo decir, pero no creo que necesiten oír nada más.-