Noches de lunas y resfriados de otoño

Hoy toca perderse, coger un jersey viejo de lana y salir al bosque a encontrarme con la luna a contarla mis secretos. Cojo mi mochila del banco de la entrada y salgo al camino empedrado que me lleva hasta el bosque. En cuanto llego al claro iluminado tan solo por la tenue luz blanca lunar me pongo los auriculares y le doy una banda sonora a esta noche.
Música indie y árboles bailando con el viento mientras, ella, baña todo de color plata.

Algo se me mete en la nariz. Pongo caras raras para calmar el picor pero no lo consigo y acabo estornudando. Me río de mí misma hasta que siento un  crujido de ramas detrás de mí y se me corta la respiración. Me da la sensación de que unos ojos me están mirando pero no veo nada...salvo dos puntos brillantes que se mueven entre los árboles, nerviosos. Me refugio en mi viejo jersey  intentando convencerme  de que no hay nadie en dos km a la redonda, maldiciendo a la luna por atraerme con su luz y su belleza como si de un canto de sirenas se tratase.

-Dicen que los resfriados en verano son muy malos.- Un chico sale de entre los árboles, alto y delgado no puedo ver más.

El miedo hace que se me seque la boca y siento el frío del hierro en la nuca y en las sienes.

- ¿Estás bien?...No quería asustarte llevo viéndote venir aquí cada luna llena y sentía que necesitaba hablar contigo...otra vez.

De repente me río todo lo fuerte que puedo sin saber si es por le miedo o por los nervios. Ahora creo que él tiene aún más ganas de salir corriendo que yo porque estoy segura de que piensa que estoy loca. Vacilo la posibilidad de aullar a la luna como si fuese una loba y así ahuyentarlo pero me da pena, además las pocas nubes que cubrían el cielo han desaparecido y ahora le puedo ver mejor la cara.
Es él.
Su padre se quitó la vida hace unos meses, según las malas gentes dicen fue por su culpa, no soportaba estar al lado de su hijo más, le recordaba demasiado a su esposa que nunca llegó a pisar este pueblo.Gracias a que cuando su padre murió el cumplía dieciocho años pudo quedarse con una cabaña cerca del río y seguir viviendo con lo poco que le da una huertecilla y el cariño de su gato.
-Lua...-llevo tanto tiempo sin decir su nombre en voz alta que me suena diferente...más mágico que nunca.
-Creía que no te acordabas de mí, han pasado demasiadas lunas desde la última vez que nos vimos.- Su voz a cambiado ahora es más grave y cálida.

Río, río más fuerte, callo...me abraza.

-Nunca olvidaría a un amigo, a mi mejor amigo, al único con el que he sido yo.
Oh, no me lo creo...está aquí, al fin. Lua ha sido mi amigo desde que nací hasta hace cuatro años y (como diría él) seis lunas. Estábamos siempre juntos en el bosque jugando a que éramos hechiceros, a que subíamos a la luna con nuestras pociones.
 Inventamos un mundo perfecto para los dos, donde éramos nosotros, donde éramos libres, donde no estaba nadie más invitando porque nosotros éramos diferentes, únicos. Pero un día nubarrones de tormenta inundaron nuestras ilusiones y el barro se tragó a Lua, hasta hoy.
Durante los siguientes meses sin él supe que no venía conmigo porque su padre no le dejaba, su padre fue el barro que lo separó de mí, y empecé a quedarme en casa sola, siempre estaba sola.
Sólo iba al bosque en busca de la Luna y allí le contaba cuanto le echaba de menos. Mientras la miraba me concentraba en mantener la imagen de la cara de Lua en mi mente, me daba pánico olvidarle, sentía que si le olvidaba a él yo nunca volvería a ser yo.
-Siento haber desaparecido así
-No te disculpes, sé que fue tu padre, sé lo que pasó, pero hoy no quiero hablar de eso, hoy tan solo quiero hablar por hablar y...
-¿Y?
-Adivina - digo poniendo cara de persona interesante.
- Supongo que quieres subir a la luna, así que aquí tengo preparado el tomillo y el polvo lunar, todo por cortesía de la casa.
-¿Todavía guardas los frascos con la purpurina?
-Shh, calla.   Lo del ritual lo dejo en tu manos, pequeña pitonisa.
No puedo evitar soltar una carcajada, de repente todo es como si aún tuviésemos once años y es que, en realidad, nada ha cambiado entre nosotros.
Le doy con la ramita de romero en la nariz hasta que le hago estornudar y no puedo evitar repetir la frase que me dijo él antes:
-Dicen que los resfriados en verano son muy malos.
Esboza una suave sonrisa, tímida, alegre y mía porque pienso guardar esta imagen en mi mente: dos niños con unos trajes de adolescente que les quedan grandes. Dos locos jugando bajo la luna llena.
Lanzo puñados de polvo lunar por nuestro alrededor dando saltos, mirando a la Luna, mi eterna compañera, dándola las gracias por hacer que nunca haya perdido la esperanza de que este día sucedería al cabo de pocas o muchas lunas.

¡Hola! ¿Qué tal todo? Cuanto tiempo...¡un mes! ¡madre mía lo siento!

Pero bueno aquí tenéis una entrada extra larga para compensaros. :D

Sí puede que sea demasiado larga pero no me gusta cortar la historia, prefiero que lo leáis todo del tirón porque si hubiese puesto mañana la mitad habríais perdido el sentido de la historia. 

Espero que os haya gustado y que no se os haya hecho muy largo.

Tengo miles de entradas a medio hacer pero no sé como acabarlas así que estoy pensando en ello...la inspiración se hace de rogar.