Príncipes de colores

¿Qué se sentirá en San Valentín cuando estás enamorada? Esta pregunta me la hago cada año y nunca sé que responderme. Mi corazón necesita respuestas para esa y otras preguntas pero jamás le respondo, hago lo posible para silenciarlo, calmarlo e intentar dormirlo pero, cada vez me cuesta más. Ahora mi cuerpo también hace esas preguntas. Mis labios están cansados de tener siempre la misma saliva y mis ojos no saben encenderse con esa chispilla que a todos los enamorados les brilla en las pupilas.

En el recreo, después de la larga clase de matemáticas me encontré con Isis, súper emocionada porque tenía algo que decirme. Hacía ruiditos raros y no paraba de moverse, si no supiese lo cotilla e impaciente que es me habría asustado. Se me escapó una sonrisa que hizo que Isis dejara de moverse.

 -Tranquila, no sonrío porque sepa lo que me vas a contar- dije riéndome.

Ella volvió a sonreír y soltó una corta pero exagerada carcajada.

-No te vas a creer lo que ha pasado…

Me contó que había llegado un chico nuevo al instituto… ¡preguntando por mí! Que, al parecer, me conocía y que sabía muchas cosas de mí. Me empecé a asustar, pero no tuve tiempo de decírselo a Isis…

El mundo se detuvo. Él estaba allí. Cuando me miró a los ojos vi miles de imágenes nuestras. Él y yo. Mi mente me decía que no lo conocía, que seguramente hubiese visto una foto perdida, de esas que nunca las encuentras porque realmente nunca te das cuenta de que se han perdido, y que por eso me parecía conocerlo, pero mi corazón me empujaba a abrazarlo, a comérmelo a besos…a llorar por “volver” a verlo.                                                                              Empezamos a hablar, era perfecto nunca había compenetrado tan bien con  nadie.                  

Quería vivir en ese momento, que no pasase nunca… pero el recreo había acabado. La gente nos rodeaba para seguir su camino. Él me cogió de la mano y empezamos a bailar. No podíamos parar de reír, me parecía que estaba viviendo en una película de amor. Todo era perfecto, hasta que me tropecé… torpe, torpe, pero él me cogió y me rodeo con sus brazos, apoyando mi cara sobre su pecho. Sentí como mi corazón se llenaba y  reconfortaba entre sus brazos. Me dio un beso en la mejilla y me susurró  el “te quiero” que tantas veces me había imaginado pero que nunca se había podido parecer a este. Algo tan bonito no se puede explicar con palabras, en esas dos palabras, esas ocho letras comprendí el significado de la belleza y la felicidad.

¡Estaba enamorada!  Desde ese día lo único que podía respirar era su aliento.

Mañana era San Valentín y yo lo iba a pasar con la persona que más amaba en el mundo y con la única que quería compartir toda mi vida.

 Pero desde el día en que nos habíamos conocido, o vuelto a ver, tenía una duda… ¿cómo sabía yo quien era él y como él me conocía a mí?

Cuando le hice la pregunta él sólo me contestó:

-Los príncipes azules existen, aunque queden pocos y aunque cada vez sea más difícil encontrar el adecuado… - dijo besándome despacio como con miedo a romperme.

- Este relato lo presenté para un concurso en la página web: Wambie pero no quedé entre los 10 relatos finalistas. De todas maneras no perdí la esperanza y he presentado otro relato para el concurso del día del libro, el miércoles 18 dicen los finalistas :)